Cuando decimos “qué quilombo”, pedimos un plato de mondongo o nos referimos a géneros como tango, milonga o zamba, usamos sin saberlo palabras de origen africano.
El habla porteña —y gran parte del lunfardo— guarda huellas vivas de las comunidades afrodescendientes que habitaron Buenos Aires desde la colonia.
Durante los siglos XVIII y XIX, una parte enorme de la población porteña era afro: trabajaban en los oficios urbanos, en las casas, en los talleres y en los cuarteles. Su lengua, sus ritmos y su forma de nombrar el mundo se mezclaron con el español, dejando marcas que todavía usamos cada día.
Estas palabras son parte de esa herencia silenciosa: voces traídas desde el Congo, Angola o Benín, que se transformaron en expresiones cotidianas del castellano rioplatense.
Reconocerlas es una manera de escuchar lo que la historia intentó borrar: la influencias de la comunidad afro en la cultura argentina y porteña.
Arrorró: canción de cuna; viene de a-ro-oro, voz africana usada para arrullar.
Bambula: baile de rueda, propio del candombe.
Batuque: golpe de frente o danza colectiva en el candombe afrobrasileño.
Cachimbo: pipa o instrumento para fumar.

Foto: Ángel Hadzi
Candombe: del kandombé, danza y ritmo de comunidades africanas del Congo y Angola; base de la música afro-rioplatense.
Canyengue: estilo de baile y movimiento corporal con vaivén de caderas en el candombe; pasó al tango, segun algunas fuente esta palabra derivó en la actual “cachengue”, lugar de fiesta, algarabía o con mucho ruido.
Capanga: Proviene del kimbundu, una lengua del grupo bantú en África, donde significa «guarda costas», «guardaespaldas» o «matón a sueldo». Esta palabra llegó a usarse en la región del Río de la Plata y especialmente en la provincia de Corrientes, para designar a los capataces de las plantaciones y a personas que cumplían funciones de vigilancia o fuerza bruta,
Catinga: voz probablemente de origen bantú, alude a un mal olor / olor a transpiración
Chongo: Proviene de lenguas bantúes y criollos africanos americanos, evolucionando para referirse en el lunfardo a un novio o pareja, y en sentido más antiguo, a un amigo o compañero. Según el investigador Pablo Cirio, chongo era la manera en que la población afro llamaba las personas blancas.
Ganga: deriva del portugués brasileño y lengua quimbundo (angoleña). Originalmente indicaba mercancía barata o ganga, y en el lunfardo porteño mantiene ese sentido de oferta ventajosa o chollo.
Mandinga: La palabra «mandinga» proviene originalmente del nombre de un pueblo africano, los Mandinga o Mandingas que habitan principalmente en África occidental: Senegal, Costa de Marfil, Guinea, Guinea-Bisáu, Mali, Gambia y países vecinos.
En español y en zonas rurales de América, especialmente en Argentina, la palabra «mandinga» pasó a ser usada como sinónimo del diablo o para referirse a fenómenos mágicos o sobrenaturales difíciles de explicar.
Macana: del taíno y del bantú; arma o expresión de desastre.
Marimba: instrumento heredero del balafón africano.
Malambo: baile de gauchos de origen afro
Marote: del Dahomey (Benín), cetro o símbolo ceremonial; en lunfardo, “cabeza”.
Matungo: caballo viejo o en mal estado.
Mazamorra: comida de origen africano hecha con maíz o cebada y leche.
Milonga: del quimbundo mulonga, “palabra/ palabrerío” o “discusión”; pasó a designar el canto, el baile y el ambiente popular rioplatense.
Mina: palabra relacionada con las Costas de Mina (Ghana), lugar de origen de muchos esclavizados africanos traídos al Río de la Plata. En lunfardo porteño se usa coloquialmente para decir mujer.
Mochila: Proviene del bantú mùxila o del quimbundo, y es el término para un saco o bolsa de tela para cargar objetos. Entró al español rioplatense con ese sentido y es una palabra común en todo el español americano.
Mondongo: del bantú, “tripas cocidas” o “guiso de vísceras”; también, el barrio porteño donde se vendía ese alimento (era el otro nombre de San Telmo, el barrio del tambor).

Mucama: del quimbundo mu’kama, sirvienta o criada.
Minga: negación o expresión de incredulidad, de raíz fon (Dahomey).
Morondanga: combinación del español morondo y el sufijo bantú -anga, usado para denotar mezcla inútil o de poca importancia.
Quilombo: del quimbundo kilombo, “campamento” o “palenque” En Brasil el término se usó para nombrar a las comunidades de esclavos rebeldes que escapaban y formaban pueblos libres, autónomos y resistentes en zonas apartadas. Posteriormente pasó a significar “burdel”, “desorden” o “caos”. Ese corrimiento semántico (de algo positivo, asociado con la libertad a algo negativo) pasa también con otras palabras de origen africano que fueron racializadas o degradadas con el tiempo.
Ronda Catonga: danza o ronda infantil al son del tambor.
Semba: danza de candombe; golpe de frente.
Tamango: zapatos o calzado, del afrobrasileño.
Tambo / Tambor: del bantú, instrumento de percusión o lugar de reunión para tocar y bailar.
Tanga: del kimbundu (lengua africana de Angola), donde ntanga significaba «paño» o «capa» que se ataba a la cintura para cubrir el sexo
Tango: vocablo de raíz bantú vinculado a “tambor” o “reunión para bailar” Así se designaban los lugares de reunión de las comunidades afro; luego se asignó al género musical rioplatense.
Timba: juego de azar o ambiente de riesgo.
Yeite: del afrobrasileño geito (jeito), “truco” o “astucia”.
Yumba: voz bantú, ritmo de tango heredero del candombe utilizado por Pugliese
Zamba: género musical y danza de pareja suelta ampliamente difundida en Argentina. Su nombre hace referencia al término colonial «zambo/a» (hijo de persona indígena y persona africana).





